La mitad de las causas penales que llegaron a juicio oral en los últimos nueve meses, en San Luis, fueron por delitos contra la integridad sexual. Esto marca un inquietante índice de casos de este tipo, si se tiene en cuenta que el otro 50% corresponde a todos los demás tipos de delitos: contra la propiedad, el patrimonio, la libertad, las personas, entre otros. De septiembre de 2024 a los primeros días de este mes, en las tres Circunscripciones Judiciales de la provincia llegaron a juicio 269 causas.
En la Primera, que abarca los departamentos Pueyrredón, Belgrano, Ayacucho y Pringles, casi el 50% de ellas eran por delitos contra la integridad sexual, informó la oficina de prensa del Poder Judicial de San Luis.
También preocupa el dato que en la mayoría de estos casos, las víctimas eran niños, niñas o adolescentes, y los agresores resultaron ser adultos cercanos, ya fueran familiares directos, allegados o personas en una posición de confianza o autoridad. Este patrón refleja una de las características más complejas del abuso sexual infantil: suele darse en el ámbito doméstico o en espacios donde la víctima debería estar protegida.
El abuso sexual infantil incluye desde el uso de la fuerza o la manipulación para obtener contacto sexual, hasta conductas menos directas como el exhibicionismo o el acoso digital, afirman los investigadores del CONICET Alejandro Capriati, Gabriela Wald y Ana Clara Camarotti.
Además, cuestionan una visión muy arraigada en la sociedad: pensar que estos hechos son cometidos solo por “monstruos”, “enfermos” o “casos excepcionales”. Esta mirada tranquilizadora pero equivocada ubica al agresor fuera del tejido social, lo convierte en un “otro patológico”, y así evita reconocer que la violencia sexual ocurre en espacios cotidianos y muchas veces es ejercida por personas cercanas.
Para la doctora en Psicología del Poder Judicial, Érika Valdebenito, es necesario romper con estereotipos que naturalizan el silencio y el abuso en la esfera privada.
Subraya que “las consecuencias psicológicas que se han relacionado con la experiencia de abuso sexual infantil pueden perdurar a lo largo del ciclo evolutivo y configurar, en la edad adulta, los llamados efectos a largo plazo”.
“Pero siempre -agrega- la dimensión y connotación subjetiva sobre ello estará atravesada por diversas variables: las características de personalidad de la víctima, la edad en la que acontece el evento abusivo, la cronicidad del mismo, los modos en los que fue implementado, el vínculo con el agresor, el tiempo en que se da el develamiento, pero también el acompañamiento recibido luego por los referentes afectivos y la vivencia de que, además de acompañar, creen su relato”.
Valdebenito también advierte que la posibilidad de prevenir el abuso depende de múltiples factores sociales y culturales: “La prevención está asociada a variables como poder hablar del tema, brindar a niños, niñas y adolescentes información sobre lo que es un abuso y sus derechos. En ese sentido, la Educación Sexual Integral (ESI) ha sido una gran herramienta: permite a las infancias poner en palabras lo padecido y romper con la cronicidad del acto abusivo”, afirmó la psicóloga.